lunes, 27 de septiembre de 2010

Con Pelotas en Líbano

Cuando la mayor pega que uno le puede poner a un viaje tan largo es que el pan de la comida servida a bordo estaba un poco frío uno se da cuenta de que ha viajado como un señor. En la expedición; Jesús Arroyo, representante de la Asociación para las Naciones Unidas Española, Pedro Carrillo, ilustre entrenador ayudante del CAI Zaragoza y además en representación de la Fundación de la misma entidad, y un humilde servidor en representación de todos los ex-jugadores profesionales parados con inquietudes y ganas de hacer cosas. Fue un par de semanas atrás cuando un antiguo entrenador y amigo, José Antonio González, me llamó y me preguntó si estaría interesado en irme a Líbano en una misión de la ONU para poner el deporte al servicio del desarrollo y de la paz. Tardé medio segundo en decidirme.

He de decir que nunca me hice a la idea de donde rayos íbamos hasta que ya en Paris y justo antes de embarcar vi el letrero de la puerta de embarque el cual rezaba; BEIRUT. En ese momento Pedro y yo nos miramos esbozando una leve sonrisa que ocultaba todos nuestros temores y sin mediar palabra los dos dijimos: “TU PRIMERO”. Como ya he dicho el viaje fue de lo más agradable ya que tuve la suerte de poder hacerme con la salida de emergencia, previo pago de 50 euros, que compraron mi tranquilidad para viajar.

Lo bueno de viajar en representación de la ONU es que nada más bajarte del avión unos señores, que no conoces de nada y muy educados, te vienen a buscar a la salida del finger . Luego ellos convierten en realidad ese sueño que todos tenemos de pasarnos las colas de control de pasaportes justo por donde termina el último tramo de la cremallera del pantalón y pasamos por la fila de personal diplomático. Sin darnos casi ni cuenta ya nos está dando la bienvenida al Líbano todo el comité de enlaces ataviados con sus uniformes reglamentarios y todo. Después de las debidas presentaciones y saludos nos dirigimos a los vehículos. Digo vehículos porque no sabría muy bien como llamar a dos pedazos de Land Rovers blindados que aguardaban, otra vez nuestro sueño cumplido, en el parking de vehículos diplomáticos. Cuando uno se dispone a abrir la puerta de un coche convencional sabe que no tiene más que accionar el tirador, hacer un leve movimiento del hombro y alehop! ya estás dentro. Pues bien, si fuéramos a hacer lo mismo a la hora de abrir la puerta de un coche blindado nos pasaría lo siguiente. Tu accionas el tirador y al hacer el leve movimiento de hombro notarás que la puerta sigue “pegada” al resto del coche con lo cual tu haces más fuerza aún para tirar. Si no estás preparado acabarás abriendo un poco la puerta, lo suficiente como para que a la vez que vences para adelante te des con toda la “piñata” en un canto de acero blindado que te devuelve la dentadura al estado original en el que estaba antes de que tus padres se gastaran todos sus ahorros en una ortodoncia. Todo sea dicho, esto no me pasó.

Una vez en el coche-tanque nos dirigimos hacia el hotel atravesando el centro de Beirut. Impresiona de verdad ver el contraste de edificios con agujeros de bala y totalmente derruidos por la guerra civil con otros que han sido construidos a posteriori, que están impecables y gozan de todas las virguerías arquitectónicas que uno se pueda imaginar. A lo largo de todo este recorrido nuestros “ángeles de la guarda” nos iban dando breves lecciones de historia local mientras sorteábamos la infinidad de obstáculos que se nos planteaban por el camino. Me llamó mucho la atención el hecho de que casi no hay señales de tráfico en la ciudad y que los coches hacen prácticamente lo que les da la gana. Eso puede llevar a pensar que son unos bárbaros y unos salvajes conduciendo pero pensándolo detenidamente me dí cuenta de que realmente los bárbaros somos nosotros. Ellos no paran de pitarse los unos a los otros pero no es más que un aviso que dice “oye tú que vo pa´llá” y no hay malas caras ni insultos. No hay casi señalización de carriles y puedes hacer cualquier giro en cualquier sitio siempre que lo hagas con cuidado. Vamos que ellos entienden que todos tienen que pasar. Nosotros teniendo un código de circulación impecable y todo tipo de señales de tráfico y señalizaciones nos transformamos en seres verdes llenos de bultos y venas moradas en cuanto nos ponen detrás de un volante y no paramos de increpar al prójimo. A todo esto me han dicho que hay policía de tráfico en Beirut. Después de ver cómo aparcan los Libaneses en las entradas de las casas y como conducen en dirección contraria sin ningún tipo de miedo ni preocupación yo me pregunto; ¿que coño tiene que hacer uno para que le pongan una multa?

Después de la odisea callejera llegamos al hotel Bristol. Me sorprende llegar y ver que todos tenemos habitación individual y que yo no se la de los demás pero la mía tenía recibidor con una bandeja de uvas esperándome, tele de plasma, un mueble bar que habría hecho las delicias del Señor Neira y unos sofás increíbles. Después de encontrar la puerta que conducía a mis aposentos dejé mi maleta. Era una habitación enorme con una cama tan grande que la tuve que rellenar de almohadas para no echar de menos la compañía y un baño que me hizo dudar si llevarme la colcha a la bañera y dormir ahí mismo. Duchita rápida y a cenar con todo el personal que nos esperaban abajo en el hall para comer algo rápido.

Tenía que descansar, mañana teníamos un camino largo hasta la base Miguel de Cervantes y allí comenzaríamos nuestra misión. Al día siguiente vería por primera vez Beirut de día ya que hasta esos momentos era tarde y no podía emitir un juicio justo sobre que opinión me merecía tal ciudad. Estaba impaciente y no sabía si las ganas de verlo me dejarían dormir a gusto.


Me equivoqué…

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho el artículo, que a pesar de su extensión, se te hace corto, por la escritura amena. Gracias.

    Salu2,

    José Carlos

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  2. Oye Rafa, muy buena la entrada a tu viaje al Libano, supongo que te acordaras de mi un poquito, jajajaja, soy tu Pablo (tu conductor por estas tierras). Creo que en lo que has dicho hasta ahora estas totalmente en lo cierto, sobre todo lo de abrir la puerta de un blindado, jajajaja. Un abrazo muy fuerte campeon, y creete que se os hecha de menos por aqui.
    Saludos a Pedro y a Jesus.

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